Me escribió un día Fede (de Julen y la Gente Sola) que tenía una amiga que necesitaba a alguien que le mezcle el disco. Nos juntamos y charlamos. Natalia Saboredo (la persona detrás de Julia Lunar) junto con Federico Cáceres (su pareja y compañero de proyecto) eran tan tranquilos como encantadores y tenían bastante claro cómo querían que el disco suene. Buscaban claridad y prolijidad, cosa sumamente fácil de hacer ya que todo el material estaba grabado impecablemente. 

De los procesos que tuve, fue de los más fáciles. Primero agarramos un tema (“Windows 95”) y probamos distintas mezclas, sonidos y encares a la producción (incluyendo una versión que sonaba como los primeros discos de Ariel Pink, extremadamente lo-fi, que fue rápidamente rechazada). Cuando llegamos a un sonido que nos gustó a todos, que era mucho más pulcro, limpio de lo que acostumbro, simplemente fue replicar ese mismo tratamiento al resto de las canciones.

En plan tocar, realmente fue poco, algún teclado en plan farfisa en una canción, y bastante guitarra baritona (que tengo hace poco, me fascina, e intento meterla donde puedo) doblando en algunas secciones las guitarras o los bajos. 

La voz de Natalia quedó bien alta en la mezcla, desconozco si fue una exageración mía o vivir en Argentina me está pop-izando lentamente (en Uruguay siempre terminan sepultando más la voz en la mezcla, por alguna razón).

El máster lo hizo mi viejo colega Juan Branaa, con el que no trabajábamos desde el último disco de Maniquíes y Iván & Los Terribles que salieron en 2016 (¡casi 10 años!). Ahora él cuenta con estudio propio, sala acustizada y todos los papos. Lo hicimos por Stems y quedó muy muy bien. 

Canción preferida:Audacity